TERCER VIAJE: EL ENCUENTRO
Tras dos semanas duras con apenas información de nuestro
bebé, nos comunican, el 10 de abril, que debemos viajar lo antes posible. Nos
informan que tendremos un régimen de visitas muy estricto: 45 minutos por la
mañana, 45 minutos por la tarde. Pero a nuestro hijo mayor no le dejarán entrar a verlo. Nos cuentan que está bien, pero
es muy pequeño y necesitará mucho tiempo en el hospital. Tras valorarlo, y con
la escasa información que tenemos decidimos que es conveniente que nuestro hijo
mayor viva la llegada de su hermano de primera mano, así que viajará con
nosotros.
El 15 de abril viajamos los tres a Barcelona en tren para
coger un avión a Kiev. Esa noche apenas dormimos, los nervios son superan.
Tenemos infinidad de dudas, no sabemos cómo estará nuestro peque, cómo será
nuestra vida en Kirovogrado, cómo será el hospital, cómo viajaremos de Kiev a
Kirovogrado… Pero pronto lo averiguaremos de primera mano. Llegamos a Kiev por
la tarde y nos recogen en el aeropuerto. Nos comentan que haremos noche en Kiev
y que al día siguiente viajaremos a Kirovogrado. Preguntamos cómo está nuestro
bebé, y nos dicen que bien. Preguntamos cuándo y cómo viajaremos, pero no nos
contestan con claridad. Nos llevan al hotel donde habíamos estado las dos veces
anteriores, cenamos y a la cama que ha sido un día duro.
16 de abril, ¡por fin conoceremos a nuestro bebé! Pasadas
las 10 de la mañana me recogen del hotel para ir a la clínica (a pagar). Mi
mujer y mi hijo se quedan en el hotel, enfrente hay un parquecillo y hace buen
día. Aprovechan para jugar. En la clínica discutimos cómo viajar a Kirovogrado.
En tren se tarda más, pero es mejor porque la carretera es muy mala. Yo
impaciente por ver a nuestro peque, propongo en coche. Al final, se decide que
en tren pero ya es tarde y no hay billetes. Por lo que nos toca viajar en furgoneta. Salimos de la
clínica a las 12h, recogemos a mi mujer e hijo, pero tenemos que pasarnos por
casa de nuestro acompañante porque tiene que hacer la maleta ya que estará unos
días con nosotros en Kirovogrado. Se hace la hora de comer y comemos en un
centro comercial y final salimos de Kiev a las 14h. Son trescientos kilómetros
por lo que calculo que llegaremos sobre las 17h-18h. Pero…¡Por dios qué
carreteras! ¡Tardamos cinco horas en llegar! Lo primero que queremos hacer es
ver a nuestro peque, pero son las 19h pasadas y el hospital no deja tener
visitas tan tarde. Tristes, nos llevan a ver donde nos vamos a alojar. Tras una
anécdota muy curiosa sobre el primer alojamiento, deciden alojarnos en un
hotel, ya que es tarde, y al día siguiente veremos más apartamentos. El hotel
por lo menos está bien, limpio y moderno. Cenamos y a dormir que ha sido otro
día muy duro. ¡No olvidaré el viaje por carretera!
17 de abril, ¡hoy por fin conoceremos a nuestro peque!
Tras desayunar nos llevan al hospital. Primero hay que realizar el papeleo y
después conoceremos al recién nacido. Al llegar nos impresiona el hospital, ya
que es muy antiguo. Tiene varios edificios unos más modernos que otros. Después
de conocer al director del hospital nos llevan a neonatos. Al llegar nos meten
en la sala de los médicos y tras unos minutos una enfermera trae una manta. La
posa en un sofá y empieza a desliarla. Y sí, ¡ahí estaba nuestro bebé! Nada de
incubadora, ni tubos, ni nada. ¡Nos lo muestran en una manta! Para mí es un
shock, verlo tan pequeño, tan … no sé describirlo. Nos dejan cogerlo, pero no se
mueve, no hace nada. Tras unos segundos abre los ojos y emite un gemido.
Después de unos pocos minutos lo vuelven a liar en la manta y lo llevan a la
incubadora. Entonces el médico nos informa del estado del bebé: nos cuenta que
ha tenido neumonía, retinopatía del prematuro, “sufrimiento” al nacer,
inmadurez en el cerebro, afección hipóxica isquémica grave del SNC… Pero que
evoluciona bien. Todo eso, dicho así, sin saber la mayoría de cosas qué
significan, ni qué implican, puff… nos cae como una losa. Para remate nos dicen
que mi mujer debe ingresar en el hospital con el bebé 24 horas y que a mi hijo
mayor no le dejarán pasar y que a mí ya veremos.
Después nos llevan a seguir con el papeleo, y mientras
decidimos que así no podemos estar: mi mujer en el hospital con el bebé y yo en
un apartamento con el mayor sin poder vernos entre sí. Por lo que decidimos que
yo vuelva a España con el mayor, y mi mujer se queda sola con el bebé en el
hospital. Decisión muy dura, pero acertada. Esa misma tarde viajamos los dos a
Kiev, esta vez en tren. Por cierto, el tren bien. Para al día siguiente volar a
España.
Como es de imaginar, no son días felices, ni agradables.
Somos padres otra vez, y como la vez anterior no sale todo como esperábamos.
Pero hay que ser fuertes, crecerse ante las adversidades y luchar por lo que
uno quiere.